Llucalcari, un secreto escondido entre rocas, barro y mar
Cuando hablamos de calas escondidas en Mallorca, hay un nombre que suele escaparse de los mapas más turísticos, pero que se graba en la memoria de quien lo visita: Llucalcari. También conocida como Es Canyeret, esta pequeña cala de piedras situada en el norte de la isla, entre Deià y Sóller, representa el lado más natural, salvaje y auténtico de Mallorca. Un rincón donde el tiempo parece detenerse y donde el contacto con la naturaleza se vuelve íntimo y directo.

Un rincón en la Serra de Tramuntana
Llucalcari no solo es una cala. Es también el nombre de un diminuto “llogaret” mallorquín, un pequeño núcleo rural sin ayuntamiento propio que forma parte del municipio de Deià. Su nombre proviene del latín y podría traducirse como “alquería del bosque”, en referencia a las antiguas alquerías que poblaban la isla antes de la conquista de Jaime I. Hoy, apenas 15 casas y una pequeña capilla del siglo XVIII dedicada a la Mare de Déu d’Agost dan forma a este enclave sereno y pintoresco.
A escasos metros de este caserío, y tras cruzar un pinar tranquilo, se encuentra la joya más preciada: una cala de 50 metros de largo por 22 de ancho, rodeada de rocas y acantilados que le dan una atmósfera íntima y protegida del viento. Esta playa es famosa no solo por su belleza, sino por ser un espacio frecuentado por quienes practican nudismo y por los que se sumergen en baños de barro natural formado por los charcos de una fuente de agua dulce proveniente de la montaña.
Cómo llegar a la cala de Llucalcari
El acceso no es sencillo, lo cual mantiene este rincón a salvo del turismo masivo. A Llucalcari solo pueden acceder en coche los residentes, y en temporada alta el aparcamiento escasea, por lo que es más recomendable llegar a pie desde Cala Deià o utilizar el transporte público. El camino hasta la cala no supera el kilómetro, pero es empinado y algo estrecho. No obstante, quienes se aventuran a recorrerlo saben que al final del esfuerzo les espera un lugar de silencio, tranquilidad y conexión con la naturaleza.
Qué hacer en Llucalcari
A pesar de su tamaño reducido, la playa de Llucalcari ofrece grandes recompensas a quienes buscan experiencias únicas en Mallorca. Su agua, cristalina y serena, invita a practicar esnórquel o buceo, aunque hay que tener precaución con las rocas del fondo marino. Es un lugar muy valorado por los amantes de las actividades náuticas tranquilas, que encuentran aquí uno de los mejores enclaves para disfrutar del mar sin aglomeraciones.
Con algo de suerte, incluso es posible avistar cetáceos en esta zona, sobre todo si se visita en los meses de primavera u otoño, cuando el turismo baja y la naturaleza muestra su faceta más generosa. Y si prefieres un plan más relajado, nada como dejarse llevar por la magia del entorno, tomar el sol sobre las piedras planas o cubrirse de barro y dejar que el tiempo pase sin prisa.
Comer cerca de Llucalcari
Aunque en la cala no hay servicios ni restaurantes, a pocos minutos a pie puedes disfrutar de algunas opciones gastronómicas muy interesantes. En el mismo pueblo de Llucalcari, el Hoposa Costa d’Or ofrece una cocina de calidad en un entorno privilegiado. Para más variedad, lo ideal es acercarse a Deià, donde se concentran algunos de los restaurantes más emblemáticos de la isla.
Entre ellos destaca Es Racó d’es Teix, con su menú degustación y espectaculares vistas a las montañas. Para un ambiente más distendido, Café Sa Fonda es famoso por sus hamburguesas y por ser punto de encuentro de locales y visitantes. Otros lugares recomendables son Sa Pedrissa, Café Sa Font Fresca y Trattoria Italiana, todos ubicados en un radio de pocos kilómetros y con propuestas para todos los gustos.
Qué ver en los alrededores
Explorar Llucalcari es también una buena excusa para conocer dos de los pueblos con más encanto de la Serra de Tramuntana: Deià y Sóller.
Deià, con sus casas de piedra, sus calles empedradas y su ambiente artístico, ha sido refugio de poetas, pintores y músicos durante décadas. El escritor Robert Graves vivió aquí muchos años, y su casa hoy es un museo.
A solo unos minutos en coche (o en tren desde Palma), se encuentra Sóller, uno de los destinos más visitados de la isla. Rodeado de montañas y bañado por el mar Mediterráneo, este pueblo ofrece un sinfín de rutas de senderismo, visitas culturales y experiencias gastronómicas. Desde su icónica plaza, pasando por el tren de madera que conecta con Palma, hasta su coqueto puerto, Sóller es el complemento perfecto a una jornada de desconexión en Llucalcari.
Un rincón perfecto desde Samaritana Suites
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