El bar más antiguo de Sevilla, que data de 1670, este minúsculo lugar está lleno de botellas polvorientas y adornado con jamones. Sin duda un lugar frecuentado por los turistas, todavía vale la pena una visita para ver a los camareros con delantales sirviendo hábilmente tapas y fino helado.
Este bar, a pesar de su popularidad, ha resistido ferozmente todos los intentos de modernización, y es uno de los últimos lugares de la ciudad donde la cuenta viene escrita con tiza en la encimera. Perfecto para una copa de jerez y un plato de jamón fino como una oblea, también es divertido ver si puedes conseguir que los famosos camareros bruscos te sonrían.
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